Lic. Adriana Paloma
(Universidad Nacional de Rosario)
“(...) debo tener un músico de cuerpo entero en mi (...)”
F. Nietzsche
En el presente si nos interrogamos qué ha devenido Nietzsche o qué es, sabemos muy bien a que es necesario remitirse. “Es preciso remitirse a los jóvenes que están en camino de leer Nietzsche, que descubren a Nietzsche. Nosotros ya somos viejos para la gran parte de los aquí presentes. ¿Qué es lo que un joven descubre actualmente en Nietzsche, que no es lo que mi generación descubrió, que tampoco era lo que habían descubierto las generaciones precedentes?.
¿Cómo se explica que músicos de hoy se sientan afectados por Nietzsche en lo que hacen, aún cuando no hagan de ningún modo una música nietzscheana en el sentido que Nietzsche lo hacía?. ¿Cómo es que jóvenes pintores, jóvenes cineastas, se sientan tocados por Nietzsche?. ¿Que ocurre, cómo reciben ellos a Nietzsche?. Todo lo que se puede destacar desde afuera, es de qué manera Nietzsche a reclamado para sí mismo y para sus lectores contemporáneos y porvenir, un cierto derecho al “contrasentido”. No importa qué derecho, además, porque él tiene sus reglas secretas; (...).1 Pero este derecho al contra-sentido es lo que hace la cuestión, no se puede comentar, leer, interpretar, a Nietzsche como se comenta, se lee, se interpreta a Descartes o a Hegel.
Pero, ¿qué sucede cuando Nietzsche se vuelve contra la filología y Wagner?. Lo que intenta es pensar el problema del poder de la subjetividad. ¿En qué sentido sería un revolucionario?. Es algo que solo podría responderse a condición de dejar de reducir el concepto de revolución a lo social, político y aún económico. Deleuze señala: “el discurso filosófico ha nacido de la unidad imperial, a través de ciertos avatares, los mismos avatares que nos conducen desde las formaciones imperiales a la ciudad griega. Incluso a través de esta, el discurso filosófico ha estado siempre en una relación esencial con la ley, la institución, el contrato, que constituyen el problema del soberano, y que atraviesa la historia sedentaria desde las formaciones despóticas hasta las democracias. (...) “Friedrich Nietzsche es el primero en concebir otro tipo de discurso como una contra-filosofía. Es decir, un discurso ante todo nómade, cuyos enunciados no estarían producidos por una máquina racional administrativa (los filósofos como burócratas de la razón pura), sino por una máquina de guerra móvil. Es quizá en este sentido que Nietzsche anuncia que una nueva política empieza con él (lo que Klossowski llama el complot contra su propia clase). Es sabido que en nuestros regímenes los nómades son desdichados: no se retrocede ante ningún medio para asentarlos, tienen dificultades para vivir. Y Nietzsche vivió con un nómade reducido a su sombra, ambulando de pensión en pensión. Aunque tampoco el nómade es forzosamente alguien que deriva; existen los viajes en el mismo sitio, (...) se sabe que el problema revolucionario actualmente es el de hallar una unidad de las luchas locales, sin recaer en la organización despótica y burocrática del partido o del aparato del Estado. (...)
Esto es quizá lo más profundo en Nietzsche, la medida de su ruptura con la filosofía, tal como aparece en el aforismo, por lo tanto, “haber hecho del pensamiento una potencia nómade”.2
Los testimonios de 1868-1869 son importantes porque constituyen una filosofía de la filología. Por entonces, se proclama filólogo; aunque señala hacia el final que la filología debe estar encuadrada, sostenida por la filosofía. Porque “(...) mientras las ciencias merecen el entusiasmo de los jóvenes, nuestra filología que aun parece erguida, delata aquí y allí los rasgos marchitos de la vejez.3 Es indudable que este desmedro de nuestra filología es mayor frente a la música. Declara haber conocido a F. Liszt y señala – oyendo a Los maestros cantores de Wagner – que “debo tener un músico de cuerpo entero en mí (…) tuve la impresión de hallarme en casa propia (…) y las otras actividades me parecieron niebla lejana de la que ahora me hallaba libre”.4 La música del futuro, es la música capaz de encarnar la sustancia dionisíaca o lo musical en el hombre. Porque: “ciencia, arte y filosofía crecen juntos en mí de tal manera que un día he de alumbrar centauros”.5 Nietzsche el poeta, el músico, el filósofo, el científico, en una existencia polifónica, habitando / deshabitando sus máscaras en una búsqueda apasionante. En esta etapa se producen bruscos cambios de perspectivas y contradicciones que corresponden a la insistencia con la que se plantea la misma cuestión desde diferentes ángulos. Pero, ¿quién es Nietzsche? ¿El desgarrado que aparece en diversas cartas a sus amigos? ¿O acaso es aquel personaje que aparece en sus diarios y sus apuntes autobiográficos? Durante 1889, escribe: “Yo soy un doble, tengo también el segundo rostro además del primero. Y tal vez también el tercero (…)”. Su correspondencia también es sinfónica, por lo tanto, cada voz y cada registro valen en la totalidad del conjunto.
De todas maneras, podemos puntualizar que el fenómeno de disonancia y contradicción que se advierte forma parte de la disonancia y la contradicción en la que el propio Nietzsche escribe. Cuando alega poseer una naturaleza filosófica, se trata de la urgencia por cobrar aquella perspectiva desde la cual el fenómeno de la disonancia mencionado antes podría comprenderse; la filosofía como el único saber en el que las diferencias pueden observarse en su unidad. La filosofía del futuro es aquí la filosofía en la que podrá hacerse una experiencia nueva, libre de los límites impuestos por la ética, por la subjetividad, la lógica, la moral y la razón. En definitiva una filosofía libre de la interpretación teológico – racional del ser. Posteriormente escribió: “A este instinto de teólogos hago la guerra: encontré su huella por doquier. Quien tiene sangre de teólogo en el cuerpo se sitúa de antemano frente a las cosas torcidamente y sin honradez”. Porque: “El cura protestante es el abuelo de la filosofía alemana: el protestantismo su pecatum originale. Baste mencionar el nombre de “Tubinger Sift” para comprender qué es, en el fondo, la filosofía alemana (…)”. Desde esta perspectiva, Kant era como Lutero, como Leibniz una ganga más en la honradéz alemana, en sí de débil tacto (…)”.6 En sus lecciones universitarias sobre El Rey Edipo, en sus notas preparatorias del texto de su lección universitaria sobreHomero y la filosofía clásica, en varios parágrafos de sus apuntes sobre el pensamiento de Demócrito, además en el curso de sus lecciones sobre Introducción al estudio de la filosofía clásica, realiza constantes referencias a la música, a la melodía, al ritmo, al compás, a la estructura arquitectónica de la orquestación, etc.
Toda esta cuestión consiste en decidir si esto es solamente la expresión de un lenguaje metafórico,* o por el contrario, su filosofía es connaturalmente musical. Su filosofía de la naturaleza, su estética, su interpretación del mundo griego, todo es musical. Demócrito es ejemplo de este pensar musical con su danza de átomos, en efecto, es musical el arrebato que sobrecoje, que posee al hombre cuando éste a través de la fiesta experimenta la conciliación con la naturaleza. Es musical esta erótica nueva que articula el pensar que lo expresa.
En el capítulo sexto de su libro Mi hermana y yo hace constantes referencias a Richard Wagner, ya sea para degradarlo o no. En el parágrafo 37 señala: “Era muy joven e inocente de los oscuros significados de la vida cuando oí por primera vez a Wagner. (...), su música removió mis regiones más sensibles mediante abundantes disenterías, defterías y jaquecas. Me pregunto qué oí realmente en esos días”.
En el parágrafo siguiente afirma “He amado a Wagner durante algún tiempo. Nunca cesé de amar a Cósima. Mi viaje de Tribsehen a Bayreuth osciló de Cósima a Wagner y de Wagner a Cósima. La primera vez que (...) me invitó a Bayreuth, decidí no aceptar la invitación y no fui. Nunca hubiera ido, si no hubiese recordado súbitamente que Cósima también estaba allí. Eso constituía una gran diferencia”. Posteriormente, en el parágrafo 39 dirá: “El primer cisma de Wagner y yo resultó de la impaciencia inconsciente de Wagner conmigo durante mi primera visita a Bayreuth. Fui a hablar de la tragedia griega y me encontré con lo que lo único que Wagner tenía en la cabeza era su propia persona, y el deseo de tener al mundo de rodillas ante él. Pero, ¿qué señalaba por ese entonces acerca de la música de Wagner? “A pesar de todo la música de Wagner hubiera podido alcanzar su objetivo - tan terrorífico era su frenesí al concebirla -, si hubiera tenido idea del esplendor extravagante y anormal y del ensueño sensual e intoxicante que componen la personalidad de los melómanos. Todo el fuego de los dramatis personae de Wagner eran, sin embargo, hojarasca, todas sus furias se desvanecían en una niebla de medias tintas”. ¿Era realmente lo que Nietzsche pensaba de Wagner por entonces? ¿Qué sucedía con la fe que tenía por él? “Mi fe en Wagner disminuye y con ella la confianza en mí mismo en calidad de ciudadano del mundo de la música. La ópera que Wagner pensaba que debía escribir, y que me tentó tan frecuentemente, nunca cesará de perseguirme”. Finalmente: “Me he elevado sobre Wagner y sobre la música hacia la de mi propia prosa (...) Cuando escribí Aurora no sabía todavía que el único modo que tiene el artista para soportar el peso de la estupidez de la sociedad es adoptar la danza de la oscuridad que ahora desempeño frente al mundo. ¿Estoy siguiendo mi propio consejo o es mi consejo que me sigue ahora inexorablemente, como una sombra?”. Para él el conocimiento sería solamente posible en la contradicción. Esta contradicción es diferente a la de Hegel: señor/esclavo. En este autor, el señor no es sin el esclavo. Pero en Nietzsche se trata de la lucha de los “señoríos entre sí”. Porque los dominadores están librados al instinto, no a otro dominador. (Aprender del maestro, conocerse en el enemigo).
Entre 1870-1871 escribe El ritmo griego. Teoría del ritmo métrico e investigaciones rítmicas; en estos trabajos critica la versión germánica de los ritmos griegos. La novedad de su trabajo consiste en distinguir entre lo griego y lo moderno en su contraste. Lo que le interesa son las consecuencias filosóficas de estas observaciones métricas y rítmicas. Pues el ritmo es, un aspecto de
Aquí se ve el camino que lleva Dioniso. “Música y mito trágico son de igual manera expresión de la aptitud dionisíaca de un pueblo e inseparables una de otro. (...) ambos transfiguran una región en cuyos placenteros acordes se extinguen deliciosamente tanto la disonancia como la imagen terrible del mundo ambos juegan con la espina del displacer, (...) si pudiéramos imaginarnos una encarnación de la disonancia -¿y qué otra cosa es el ser humano?-, esa disonancia necesaria para poder vivir, (...)”.7
Por todo lo anteriormente señalado es que nos seguimos preguntando: ¿Quién es actualmente el joven nietzscheniano? ¿Es quién prepara un trabajo sobre él, una monografía, un ensayo?. Es posible. ¿O bien, es el que produce enunciados nietzschenianos en la corriente de una pasión, de una experiencia? Esto ocurre también.
Deleuze sostiene: “En mi conocimiento de uno de los textos recientes más bellos, más profundamente nietzschenianos, es la frase que Richard Deshayes escribe: “Vivir no es sobrevivir”, justo antes de recibir una granada en el curso de una manifestación (...). Quizá es posible que se pueda escribir sobre Nietzsche y además producir en la corriente de la experiencia enunciados nietzschenianos. Se presienten todos los peligros que nos acechan en esta pregunta ¿qué es Nietzsche hoy día?. Un peligro dogmático, (...) paternalista (...) y sobre todo, el peligro de una abominable síntesis. Se toma como alborada de nuestra cultura moderna la trinidad: Nietzsche, Freud, Marx. Poco importa que todo el mundo este desarmado de entrada. Marx y Freud son quizá alba de nuestra cultura: pero Nietzsche es completamente otra cosa, el alba de una contra-cultura”.
En definitiva, parafraseando a John Cage podríamos decir que la filosofía de Friedrich Nietzsche, no es más que una palabra. Todo desaparece, todo se va. Sí. Pero en el mismo instante que todo se va, también puede decirse que todo está allí. Sin embargo, el instante siempre supone renacimiento. Diría que solo hay eterno renacimiento. Nada más. Una contradicción que valía la pena. Eso es una investigación. A eso llamo filosofía. Una filosofía utilizada para buscar. Pero sin conocer el resultado. En caso contrario... ¡es demasiado fácil!. Gracias a la filosofía, la vida tendrá cada vez más sentido... Si nos aviniéramos a dejar de lado todo lo que se intitula filosofía. En todo caso la facultad de inventar es lo que más me interesa. Me limito a tener abiertos los oídos. Todo lo disonante, lo experimento como consonante... Yo no obtengo ese objeto físico del cual se interesa la estadística. En la civilización actual, donde todo está estandarizado, donde todo se repite, la cuestión decisiva es olvidarse durante el tránsito de un objeto a su duplicado. Si no tuviéramos esa capacidad de olvido, si el arte/filosofía actual no nos ayudara a olvidar, estaríamos sumergidos, ahogados bajo esas avalanchas de objetos rigurosamente idénticos. Además desdichadamente para la lógica todo lo que construimos bajo ese rubro constituye tal simplificación respecto de los hechos y de lo que realmente sucede, que debemos aprender a cuidarnos de ella.
Notas
1 Deleuze, Gilles. Nietzsche, pensador nómade. Coloquio Cerisy –
2 Ibidem, Págs. 75-76.
3 Schelectha, III, 149. Escrito autobiográfico, 1868-1869.
4 Ibidem.
5 Ibidem, 102.
6 Ibidem, 1170.
7 Nietzsche, Friedrich. El nacimiento de la tragedia. Alianza Editorial, Buenos Aires, 1995, Pág. 190. La negrilla es nuestra.
* Es decir, en términos musicales lo que podría ser dicho en otros términos sin decidir, por qué este des-vío aparente.
· Bibliografía consultada
(1) K., Schlecta. Der Fall Nietzsche. Munich 1958.
(2) K., Schlecta und A. Anders. Nietzsche. Suttgart 1962.
(3) Friedrich, Nietzsche. El nacimiento de la tragedia. Alianza Editorial, S.A.. Buenos Aires, Argentina, 1995.
(4) Friedrich, Nietzsche. El libro del filósofo. Editorial Taurus. Madrid, España, 2000.
(5) Friedrich, Nietzsche. Mi hermana y yo. Editorial Edaf. S.A.. Madrid, España 1996.
(6) Deleuze, Gilles. Nietzsche pensador nómade. Coloquio Cerisy-La Salle. Traducción Lic. Paloma Medina. Corrección Lic. Andrés M. Barrionuevo. Cuadernillo Práctico Filosofía N° 2. Facultad de Psicología U.N.R. 1999.
(7) Pierre, Klossowski. Nietzsche y el círculo vicioso. Caronte Filosofía. Editorial Altamira.
(8) John Cage. Para los pájaros. Monte Avila Editores, C.A. Venezuela, 1981.
Escrito publicado en CUADERNOS DE BITACORA: FILOSOFÍA. Ediciones Hiperion. Impreso en GRAPHIC. Rosario, 2000.
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